Siempre hemos oído hablar de los grandes mercados de materias
primas, de que sube el trigo en Chicago, de que hay una fuerte especulación en
la comercialización de los cereales. Pero la mayoría de las veces, no pensamos
el porqué, y lo más sencillo en decir que Chicago está muy lejos, y limitarnos
a preguntar al vecino como está la cosa, si sube o baja el cereal y poco más.
Intentaré explicar de manera que se entienda fácilmente cómo
funcionan los mercados de futuros, como comenzaron, y como nos influyen.
Desde los anales de historia ha habido comercio, y para su
ejecución un mercado. Ya hubo comercio en China hace miles de años, pero fueron
los americanos, como no, quienes hace unos 200 años crearon un entramado de
comercialización tan bien montado que hoy en día sigue marcando la manera de
vender y comprar.
Para ponernos en situación, imaginémonos en año 1848. Por un
lado estaba el agricultor, productor de trigo, y por otro estaba el empresario,
comerciante, o lo que hoy conocemos como intermediario, que compraba ese trigo
para venderlo a las harineras, o para abastecerse el mismo porque tenía muchas
panaderías. Todos los jueves coincidían en el mercado de la ciudad y allí
negociaban sus ventas. Este era un mercado físico, llamado “mercado al contado”. Pero ambos tenían
un mismo problema, por aquella época el precio era muy volátil, había subidas y bajadas de manera frecuente, por lo que
ambos tenían mucho riesgo en sus
negocios, y esto les tenía muy preocupados.
Un día, después de muchas tensiones en las negociaciones,
agricultor y comerciante, deciden curarse en salud, y llegan al acuerdo de
firmar un contrato para la venta de trigo. En este contrato se pacta: cantidad,
precio y fecha de entrega. Y así aparecieron los primeros “contratos forward”.
Este tipo de ventas por contrato se empezó a hacer popular,
y fue copiado por mucha más gente. Y así llegaron los primeros y no numerosos
problemas, pero destacaremos tres:
- Dificultad para hacer el contrato al no disponer
de un lugar concreto para ello.
- Incumplimiento del contrato por alguna de las
partes.
- Especificaciones exactas a cumplir: vencimiento,
cantidad, calidad, y punto de entrega.
A estos tres grandes problemas se crearon tres grandes
soluciones:
- Se creó un mercado físico, un edificio en
Chicago, donde todo el mundo se dirigía para poder negociar sus compras o sus
ventas. Más tarde se crearon otros muchos en otras ciudades.
- Dentro de este edificio, se crea un departamento
que se llamara “Cámara de compensación” y que actúa como árbitro. Esta cámara se interpone entre ambas partes, y
ella es la que firma los contratos, por lo tanto, el agricultor firma los
contratos con la cámara, y es la cámara quien firma el contrato con el
comerciante. Ya nunca se firman contratos entre dos partes, sino que ahora son
ya tres partes las que están en juego.
Llegado el día del vencimiento, si alguna
parte no cumpliera, la cámara de compensación actuaria, garantizaría el
contrato y obraría judicialmente contra la parte que no cumple.Ahora el riesgo solo lo corre la cámara de
compensación.
- Lo único que se podrá negociar será el precio,
lo demás tendrá que ser estandarizado en todos los contratos por igual:
o
Vencimiento, hay contratos que finalizan en
marzo, mayo, julio…
o
Cantidad.
o
Calidad, cada cereal tiene unas especificaciones
de calidad muy concretas, inclusive varios folios.
o
Entrega, se dispone de hangares donde se fija
entrega y recogida.
Pero ¿por qué un agente externo a productores y
comerciantes, se metería entre ellos para correr con un riesgo que no le
correspondía? Muy sencillo, por dinero. Estos mercados, llamados mercados de
futuros, son privados, muy intervenidos, pero son privados, y obtienen su
beneficio cobrando por contrato firmado.
Para que esto sea rentable, se tienen que firmar muchos
contratos, mucho volumen. Pero tampoco se firman tantos contratos al día de
cereal como para que sea un negocio muy rentable. Entonces es cuando aparecen
en escena los especuladores, que son claves, dan liquidez y hacen
que el sistema fluya. Y estos contratos se firman, luego se venden, se vuelven a comprar y así un sinfín de veces.
De aquí en adelante hay mil tramas, maneras y artimañas de
las que podríamos hablar horas y horas, pero a grandes rasgos es así como funcionan los mercados.
Estos factores especulativos son en muchos casos lo que nos marcan los precios,
y aunque es injusto, nosotros solo podemos o debemos redimirnos a hacer buenas
cosechas, porque el precio no depende ni mucho menos de nosotros, los
agricultores.